domingo, 24 de octubre de 2010

El Mercado Central se resiste a perder su esencia



Un edificio singular, una envidiable ubicación en el centro de la ciudad, un producto fresco y variado, unido a su característica vivacidad, hacen del Mercado Central uno de los destinos turísticos de Valencia. Por los pasillos conviven, casi por igual, los carritos y las bolsas de la compra con las cámaras fotográficas. El turista llega ávido de ese espíritu de autenticidad que se respira, con el pescado, la carne o la fruta a la vista (y al olfato), lejos de los asépticos envases de plástico.

Pero, paradójicamente, su masiva presencia también puede acabar con la misma autenticidad que andan buscando. Ocurrió en el Covent Garden de Londres o en Campo de Fiori en Roma, con tiendas cada vez más despersonalizadas, precios abusivos y lo típico reducido a mero folclore. Y ha ocurrido, de otro modo, con el Mercado de Colón, convertido en una gran cafetería de cubierta modernista.

A ello se resiste, todavía, el Mercado Central. El bullicio de los compradores todavía logra apagar la sorpresa del turista, y los puestos siguen ofreciendo, en su gran mayoría, productos auténticos y no prefabricados sets de souvenir. La especialización también tiene parte de responsabilidad en esta resistencia. En el Mercado abundan quienes hacen la compra del día, pero también los que buscan productos exclusivos que difícilmente podrían encontrar en otro lugar.



Si los buscamos entre las verduras no hay que dejar de pasar por el puesto de Rafa y Mª José. Para las ensaladas destacan los brotes frescos de rúcula, espinacas rojas o acelgas, y otros sabores más peculiares como la hoja de hielo o la mostaza fresca. Entre la fruta, unos sabrosos mangos de Málaga, precisamente por eso, recién cogidos. Y también encontramos unas espectaculares y raras patatas violeta.



En la charcutería, Lázaro Fernández ofrece el mejor corte del jamón de pata negra y una «rillettes» de oca sin igual. En Solaz se atreven con jamón de buey wagyu o con el Stichelton, un sabroso queso azul inglés. Y en la Boutique del Queso podemos encontrar desde los de la Sierra de Espadán hasta los elaborados con pesto.



En las carnes destaca el puesto de Basilio, con unos fenomenales cortes de buey o de vaca, chuletón y entrecot, y algunos preparados como los parisinos, unas brochetas de carne picada, boletus y foie inspiradas en la cocina francesa. «Sólo los podrá degustar en su casa o en Maxim’s de París», es su lema.

Una selección en la que sería injusto olvidar la presencia de fenomenales pescados, salazones, especias o caracoles.

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